10/11/2009

'Nunca se puede tener libertad verdadera, sin libertad financiera'.
Anónimo.

Si quieres conocer a alguien, fíjate como se desenvuelve con el tiempo, el dinero y el sexo. Abordar cuestiones monetarias consiste en hacer frente a algo que destruye o confunde a la mayoría de las personas y constituye un tabú social. Las preocupaciones en torno al dinero pueden acosarnos a lo largo de toda nuestra existencia. El caso de Charles Dickens, cuyo padre estuvo en prisión por no poder pagar el alquiler, constituye un claro ejemplo de ello. Habitualmente, las preocupaciones vinculadas al dinero se relacionan con obtenerlo o administrarlo.

Vivimos en una montaña rusa: vamos de las fluctuaciones de los mercados financieros a los súbitos ascensos, de los harapos a la riqueza, y viceversa. En la etapa actual de la civilización, el dinero es una forma de energía y constituye la principal fuerza motriz de la vida humana. De ahí que el objetivo principal de este artículo sea presentar las diversas esferas de influencia del dinero y establecer su relación con la inteligencia emocional.

Muchos adultos se mantienen fieles a las leyes financieras que aprendieron cuando tenían diez años. A lo largo de la vida se acumulan muchos mensajes monetarios. Por ejemplo, el coaching es una valiosa herramienta para explorar y desentrañar cuáles son los paradigmas mentales y emocionales que limitan el tránsito hacia la libertad financiera. En la sociedad española, según los datos del Centro de Investigaciones Sociológicas, la mayor causa de infelicidad es la inseguridad material, con un 53,6%. Hombres y mujeres difieren, dado que mientras que los primeros le dan un 38,3%, las segundas le otorgan un 28,4%.

El dinero es el representante material de la riqueza. Encarna la posibilidad de todos los placeres. Según Marx, con el dinero nace una fuerza que es el poder que genera poseerlo. Es acumulable, transferible, manipulable e inespecífico. Constituye un intermediario cuya rentabilidad, en el mundo de los negocios, depende de mecanismos racionales, evaluaciones y planes estratégicos, de las personas o grupos que lo instrumentan. Se trata de un intercambio pautado, con el fin de obtener beneficios.

En la vida cotidiana observamos la existencia de distintos tipos de dinero. Por un lado, el invisible, que es el que orienta el consumo cotidiano y el mantenimiento de la estructura familiar y no deja rastro. Después está el dinero dedicado a esparcimiento, que es el que no pasa inadvertido y deja un recuerdo grato. Por otro lado, tenemos el dinero dedicado a grandes inversiones que otorga a quien lo administra seguridad, solvencia y poder. Y, por último, tenemos el dinero para gastos personales, que es el que permite expresar la individualidad. Cuando se dilapida, constituye la venganza por la dependencia económica.

'Muchos profesionales eficaces dejan de serlo cuando se encaran a cuestiones monetarias'.

Exploraremos ahora la relación existente entre dinero e inteligencia emocional. Los padres son los maestros que inculcan las primeras actitudes ante el dinero, pero detrás de los bonos, acciones e inmuebles, existe una cartera psicológica, que son las emociones vinculadas al dinero. A lo largo de la vida se heredan experiencias, que se movilizan cada vez que se realizan transacciones monetarias.

Por esta razón, nuestras reacciones financieras difieren. Para crecer materialmente es necesario haber crecido antes emocionalmente. Una persona autónoma, con una elevada autoestima, puede pensar a largo plazo y no se hunde ante el primer tropiezo.

Muchas personas salen de la escuela o de la universidad con títulos, pero no salen preparados emocionalmente para correr riesgos. La era de la información ofrece oportunidades sin precedentes para la libertad financiera. Sin embargo, la formación, como en la era industrial, les capacita para ser empleados en lugar de formarles para ser emprendedores o creadores de su propio destino.

Para acceder a la libertad financiera hay que abordar las diversas esferas de las influencias monetarias, con el fin de desarrollar habilidades como el entrenamiento o el arte de escuchar, así como diferenciar entre personas, captar emociones y valores esenciales, diferenciar entre momentos de la vida y poner énfasis en los proyectos y en las formas de alcanzarlos.

Muchos profesionales eficaces dejan de serlo cuando se encaran a cuestiones monetarias. Se ven como niños desvalidos, incapaces de reclamar dinero, poner precio a sus servicios profesionales o recuperarse de una jubilación anticipada, un revés económico o un divorcio. En el caso de las mujeres, se detecta un conflicto inconsciente entre el modelo al que debe responder la mujer para sentirse femenina, como el altruismo y la generosidad, y las implicaciones que tiene el dinero en la sociedad actual.

Las cualidades del dinero y sus atributos son un legado de la moral judeocristiana. La falta de conocimiento de dicho conflicto genera actitudes inhibidoras hacia la libertad financiera. Muchas veces se piensa que gente espiritualmente pobre tiene mucho dinero. Sin embargo, se necesita mucha motivación, constancia y agallas para conseguirlo. Para modificar la psicología del comportamiento monetario se han de conocer las ideas básicas de cada persona y luego desactivar los mecanismos limitadores.

En suma, no se ha de sacralizar el dinero, sino encontrar el lugar exacto que debe ocupar en el corazón de la empresa más importante de nuestra vida, que es la búsqueda de llegar a ser lo que realmente estamos destinados a ser.


Alicia E. Kaufmann (Profesora de la Universidad de Alcalá de Henares de Madrid)