11/02/2009

Los secretos de la mujer más rica del mundo



"No existe ningún secreto espectacular para hacer fortuna. Todo lo que hay que hacer es comprar barato y vender caro, actuar con frugalidad y astucia y ser persistente."
Hetty Green, a fines del Siglo XIX.

Cómo derrotar las probabilidades y hacerse multimillonario por su cuenta

De los 497 multimillonarios que hay en el mundo, sólo el 7 por ciento son mujeres y de ellas ninguna se hizo rica por su propia cuenta. . .

Doris Fisher es la que más se acerca. Fisher y su esposo abrieron la primera tienda de The Gap en San Francisco, a fines de la década de los 60. Pero para mí, esto convierte a los Fisher en "multimillonarios en equipo". Las otras multimillonarias que figuran en la lista de los más ricos del mundo de la revista Forbes heredaron sus fortunas o heredaron los negocios (por cierto, si usted está pensando en Martha Stewart u Oprah Winfrey, tiene razón: ellas se hicieron ricas por su cuenta pero, según Forbes, habría que unir sus fortunas para que superen los mil millones de dólares).

Entonces, ¿por qué no hay en el mundo ninguna mujer que se haya hecho multimillonaria por sí misma? Al menos en Estados Unidos hemos tenido la llamada “igualdad de oportunidades” por 20 años y también hemos visto mujeres en los máximos cargos ejecutivos por buen rato. ¿Cuál es el secreto? ¿Cómo puede una mujer generar una riqueza extraordinaria? ¿Se pueden aplicar sus secretos a todo mundo?

Las respuestas surgen de la historia de Hetty Green.


La malvada bruja del oeste de Wall Street
Hetty Green falleció en 1916, a la edad de 82 años, y dejó una fortuna que, en cifras ajustadas por inflación a precios del 2001 valdría US$250 millones. Ella se convirtió en la mujer más rica del mundo sin ayuda de nadie. Era excéntrica y dura como el acero, lo que contribuyó a que se le conociera como "La malvada bruja del oeste de Wall Street", una referencia al personaje de la famosa película “El Mago de Oz”.

El camino hacia la riqueza que recorrió Green siempre fue tortuoso. Hay qué recordar que estamos hablando de una dama en el Wall Street del siglo XIX. En aquel entonces, las mujeres tenían muy pocos derechos y faltaban décadas para que ganaran el derecho al voto. Green solía decir: "quisiera que las mujeres tuviesen más derechos en los negocios. He visto que en los negocios los hombres se aprovechan de las mujeres en formas que jamás se atreverían siquiera a intentar con otros hombres. Lo he visto especialmente en los tribunales, donde he estado luchando toda mi vida". Pero ella no dejó que el hecho de ser mujer le impidiera hacerse multimillonaria.

Cuatro secretos del éxito de Hetty Green

Hay cuatro “secretos” del éxito de Green de los cuales podemos aprender mucho.

El primero era su tacañería. Muchos creen que todos los multimillonarios viven la buena vida, como Donald Trump. Pues bien: Hetty Green, en su época, era más rica de lo que es Trump. Pero a diferencia de Trump, Green vivió muy modestamente, a veces en un apartamento del pueblo de Hoboken, Nueva Jersey, cuyo alquiler le costaba $14 dólares al mes. No tenía una residencia fija y ni siquiera una oficina. Durante 25 años pasó los días hábiles sentada en el piso de Chemical Bank. En vez de usar las mejores telas, generalmente se vestía de negro y a veces con ropa de segunda mano. No es precisamente la idea que tenemos de la vida de los Trump.

El segundo secreto es su estrategia de inversión, que no era una novedad: comprar instrumentos de calidad cuando estaban baratos.
"No existe ningún secreto espectacular para hacer fortuna. Todo lo que hay que hacer es comprar barato y vender caro, actuar con frugalidad y astucia y ser persistente", decía. "Cuando veo que una cosa se abarata porque nadie la quiere, la compro en grandes cantidades y la guardo. Luego, cuando llega la hora, me tienen que buscar para pagarme un buen precio por mis inversiones". Warren Buffett no está haciendo nada nuevo, sino lo mismo que Hetty Green hacía hace más de un siglo.

El tercer secreto es que Green era increíblemente astuta para reducir sus impuestos. En una era anterior a la creación en Estados Unidos del impuesto federal a la renta (¡imagínese!), Green tenía habilidad para sacarle el cuerpo a las leyes tributarias estatales con una facilidad asombrosa. No tenía residencia fija y pasaba el tiempo viajando entre Nueva York, Nueva Jersey y Vermont. Entre sus múltiples trucos figuraba un acuerdo secreto con el Contralor de Nueva York, en virtud del cual Green fungía como el banco de esa ciudad: compraba deuda emitida por la ciudad a una tasa de interés inferior a la del mercado. Así, le otorgaba créditos blandos a la ciudad a cambio de que las autoridades tributarias la dejaran en paz.

El cuarto era tener activos sólidos. Green compró bienes raíces y ferrocarriles cuando los vio baratos y rara vez los vendió. Ella no quería mansiones, sino propiedades que le pagaran renta y vías férreas que pasaran por ciudades en plena expansión, tales como Denver, San Luis y Cincinnati. Una de sus tácticas típicas era comprar propiedades situadas en las afueras de las ciudades y esperar a que éstas crecieran hasta llegar allí, una estrategia de inversión bastante confiable que se usó siempre en la historia de Estados Unidos.

En resumen, los cuatro "secretos" de Hetty Green, llevados hasta el límite, son:

1. Vivir humildemente.
2. Invertir en lo que nadie quiere.
3. Reducir la carga total de impuestos.
4. Canalizar la mayor parte de los activos hacia inversiones sólidas, de las que pagan rentas.


Ninguno de los secretos de Hetty Green parece una novedad. Y el verdadero "secreto" parece ser que ella practicó los cuatro hasta el límite.

Como era una dama en el Wall Street de fines del Siglo XIX, tenía un sinfín de circunstancias en su contra. Pero siguiendo estos cuatro secretos, Hetty Green se hizo tres veces más rica que Oprah Winfrey (la mujer más rica de las que se han hecho solas) en términos reales.

Ni usted ni yo tenemos los obstáculos que Hetty Green tuvo que enfrentar en aquel entonces. Así que si seguimos sus secretos no tendríamos ningún problema para alcanzar su éxito, ¿verdad?

Abel Cortese